Todos hemos oído alguna vez hablar sobre la agricultura ecológica, lo vemos un tanto lejano, algo de snobs, algo que solo se pueden permitir las clases altas, nada más lejos de la realidad.
Ayer domingo aparecían dos entrevistas enfrentadas en la página de Eroski Consummer que me han dado que pensar con respecto a la opinión que la gente tiene a cerca de la agricultura ecológica, uno de ellos es un completo detractor y sostiene que no es más que un timo inventado para que aquellos con elevado poder adquisitivo compren los productos a unos precios desorbitados, que no es ni más segura ni más cuidadosa con el medio ambiente. La otra entrevistada defiende a capa y espada la agricultura ecológica.
Es cierto que hay serias dudas al respecto cuando se cuestiona la capacidad de la agricultura ecológica para alimentar a la población mundial creciente, se sostiene que no es posible abarcar las necesidades alimentarias de todos y que mucha gente pasaría hambre, pero siempre hay que tener en cuenta los intereses que predominan en el mercado actual, a los productores actuales no les interesa dar a conocer que las buenas prácticas podrían desbancarlos.
Lo que no se paga por la agricultura ecológica se paga en la agricultura extensiva a los intermediarios y al final los más perjudicados son los dos extremos de la cadena, el productor que gana muy por debajo de lo que debería y el consumidor, que paga más de forma innecesaria.
Se puede decir que los alimentos ecológicos están más asociados con alertas sanitarias, pero realmente no significa que sean menos seguros, sino que, al pasar por dos controles, se detectan más casos que con un solo control,esto echa por tierra todo intento de atribuir los casos de E.Coli que se detectaron el año pasado en la partida de pepinos que llegó a Alemania procedente de la agricultura ecológica española.
Este tipo de agricultura no consiste en gente que vive en el mundo de Yupi, consiste en una producción comprometida con el medio ambiente y procedente de una nueva serie de normativas que hay que cumplir emitidas por la Unión Europea.
Sí, es algo que hay que cumplir, y no una moda snob.
Hoy en día existen alternativas a la agricultura que podemos llamar "extensiva" que consisten en la creación de cooperativas en las que un grupo de personas cultivan los productos de forma tradicional y lo distribuyen entre la comunidad próxima que se adhiere a la iniciativa, todos salen beneficiados, unos producen de forma sostenible y se llevan una recompensa por su labor acorde con el esfuerzo sin que haya intermediarios, y otros adquieren productos de calidad a un precio asequible y no desorbitado.
De cualquier forma estar comprometidos con el medio ambiente no hace sino más que repercutir positivamente tanto en nuestro futuro como en el de los que vienen por detrás, luego nos quejaremos de que nos salen niños con dos piernas y le echaremos la culpa a los pepinos de la Merkel, porque Alemania empieza ya a desbancar a España en producción de agricultura ecológica, algo que resulta inusual si tenemos en cuenta que España es la huerta de Europa.
Entrevista a Juana Labrador "Los alimentos ecológicos son más seguros y saludables que los convencionales".
Entrevista a José Miguel Mulet "Es un timo decir que los alimentos ecológicos son mejores para la salud o el medio ambiente".
Ayer domingo aparecían dos entrevistas enfrentadas en la página de Eroski Consummer que me han dado que pensar con respecto a la opinión que la gente tiene a cerca de la agricultura ecológica, uno de ellos es un completo detractor y sostiene que no es más que un timo inventado para que aquellos con elevado poder adquisitivo compren los productos a unos precios desorbitados, que no es ni más segura ni más cuidadosa con el medio ambiente. La otra entrevistada defiende a capa y espada la agricultura ecológica.
Es cierto que hay serias dudas al respecto cuando se cuestiona la capacidad de la agricultura ecológica para alimentar a la población mundial creciente, se sostiene que no es posible abarcar las necesidades alimentarias de todos y que mucha gente pasaría hambre, pero siempre hay que tener en cuenta los intereses que predominan en el mercado actual, a los productores actuales no les interesa dar a conocer que las buenas prácticas podrían desbancarlos.
Lo que no se paga por la agricultura ecológica se paga en la agricultura extensiva a los intermediarios y al final los más perjudicados son los dos extremos de la cadena, el productor que gana muy por debajo de lo que debería y el consumidor, que paga más de forma innecesaria.
Se puede decir que los alimentos ecológicos están más asociados con alertas sanitarias, pero realmente no significa que sean menos seguros, sino que, al pasar por dos controles, se detectan más casos que con un solo control,esto echa por tierra todo intento de atribuir los casos de E.Coli que se detectaron el año pasado en la partida de pepinos que llegó a Alemania procedente de la agricultura ecológica española.
Este tipo de agricultura no consiste en gente que vive en el mundo de Yupi, consiste en una producción comprometida con el medio ambiente y procedente de una nueva serie de normativas que hay que cumplir emitidas por la Unión Europea.
Sí, es algo que hay que cumplir, y no una moda snob.
Hoy en día existen alternativas a la agricultura que podemos llamar "extensiva" que consisten en la creación de cooperativas en las que un grupo de personas cultivan los productos de forma tradicional y lo distribuyen entre la comunidad próxima que se adhiere a la iniciativa, todos salen beneficiados, unos producen de forma sostenible y se llevan una recompensa por su labor acorde con el esfuerzo sin que haya intermediarios, y otros adquieren productos de calidad a un precio asequible y no desorbitado.
De cualquier forma estar comprometidos con el medio ambiente no hace sino más que repercutir positivamente tanto en nuestro futuro como en el de los que vienen por detrás, luego nos quejaremos de que nos salen niños con dos piernas y le echaremos la culpa a los pepinos de la Merkel, porque Alemania empieza ya a desbancar a España en producción de agricultura ecológica, algo que resulta inusual si tenemos en cuenta que España es la huerta de Europa.
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